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Pesadilla en Telefónica Street

En la sociedad intercomunicada actual, devolver un reloj a una gran empresa puede convertirse en una pesadilla

Las grandes compañías, precisamente por ser grandes, establecen unos protocolos absurdos que no preveen esos bucles administrativos que muchos hemos tenido que soportar en nuestras propias carnes. Se me ocurrió pedir un reloj inteligente Samsung  que ofrecía Movistar. Bueno, realmente quería probarlo solamente porque las condiciones de estos «regalos» son inasumibles, aunque exitosas. Estas grandes compañías saben que mucha gente no lee la letra pequeña de los contratos.

Esta es mi experiencia con el reloj inteligente de Samsung que llegó a mis manos a la velocidad del rayo. Me cogió cariño al instante. Y sufrí un divorcio que me ha dejado traumatizado de por vida. La historia es la siguiente.

El 12 de febrero pedí a Movistar el reloj Samsung Galaxy Watch4 40 mm. Lo recibí el 16 de febrero. Lo abrí, lo probé y no me gustó nada. Así que decidí devolverlo. El día 23 de febrero, a las 14,15 horas contacté con el 1004 para informarme de cómo tenía que realizar la devolución: «No te preocupes, es muy sencillo, ve a cualquier tienda de Movistar y devuelve el reloj». Esa tarde, me presenté en la tienda Movistar del Centro Comercial Nueva Condomina en Murcia. Me pillaba de camino a casa, aunque está a 20 km de mi domicilio. Llego con el reloj y el chico que está en la tienda me dice que no lo puede recoger. Tengo que solicitar el desistimiento a la compañía, que debe a su vez dar el visto bueno, que a su vez lo comunica a la tienda en unas 48 horas, que a su vez la tienda me llama para que les lleve el maldito reloj. Le digo que vivo a 20 km y que no me viene bien esa solución. Así que llamo al 1004 y con una amabilidad pasmosa y una incompetencia estratosférica (y algo de cuento chino), me dicen que no me preocupe, que para no causarme más problemas, viajes y disgustos, que pasa un repartidor por mi domicilio a recoger el reloj repelente de Samsung.

Llega el 24 de febrero, que es viernes. El reloj inteligente de Samsung sigue aparcado encima de la mesa del comedor. Y también el fin de semana. El lunes, 27 de febrero, la cajita rosa del reloj sigue ahí. Nadie me ha llamado para recoger el reloj y tampoco he recibido comunicación alguna, ni justificante de ninguna operación o transacción con Movistar. El martes 28, por la tarde, vuelvo a llamar al 1004 para interesarme por el asunto. A ver cuándo va a venir el transportista. Me dicen, muy amables, eso sí, que no les consta ningún trámite para recoger ningún reloj inteligente ni nada que se le parezca. «Es muy sencillo, vaya usted a cualquier tienda de Movistar y podrá devolver sin problemas el reloj». Así que, raudo como el viento, me presenté en la tienda de Movistar de Molina de Segura, cerca de donde vivo, con ganas de perder de vista a ese odiado reloj inteligente de Samsung-Movistar. «No, no podemos aceptar el reloj porque no aparece en nuestra base de datos. Tiene usted que llamar al 1004 para que le gestionen en desistimiento y en unas 24 horas pasar por la tienda a devolver este bonito y rosado reloj inteligentísimo de Samsung que usted no quiere, aunque el sí parece que le quiere mucho».

Así que vuelvo a llamar al 1004 y, con una amabilidad fuera de lo común y una incompetencia galáctica, me explica el operador de Movistar que, puesto que ya he abierto, probado, mirado, trasteado y toqueteado el relumbrante reloj superinteligente de Samsung, que la compañía, por su estupenda gestión y mi aparente cara de imbécil, me va a penalizar con el 70% del valor del asqueroso reloj inteligente de Samsung-Movistar, por la sencilla razón de que la devolución gratuita solamente se aplica cuando no has abierto el paquete. Y ahí, en ese preciso instante, con la caja rosa de ese repugnante objeto inteligente de Samsung en la mano, pensé por un instante que lo mejor era acabar por la vía rápida con toda aquella pesadilla pisoteando hasta la extenuación todo aquel engranaje, de un bello rosa plomizo, que guardaba aquel engendro inteligente de Samsung-Movistar. Pero pudo más mi parte civilizada.

Le expliqué a aquel operador, amable e incompetente a partes iguales, algunas normas básicas del comercio online en España, los mínimos derechos de los usuarios en las compras online, algunas pinceladas legales de aquí y allá, todo envuelto en una reclamación telefónica que este hombre ha debido cumplimentar como bien ha podido. Pensé que habría sufrido interminables jornadas empresariales de cómo esquivar los razonamientos de los clientes cabreados, solamente balbuceaba eso que hemos visto tanto en las películas americanas. «Yo le comprendo y le entiendo, pero es que es la política de la empresa». No, ¿de verdad es esta la política de empresa, engañar a sus clientes? ¿Es la política de empresa alargar el plazo de devolución de un dispositivo para que el cliente no tenga más remedio que aceptarlo? Señores de Movistar, ¿porqué no cogen este inteligentísimo y rosado reloj de Samsung y se lo meten dónde les quepa? No sé ya cómo decirles que me gustaría que este odioso reloj de Samsung desapareciera de mi vida.

Nota. Finalmente, una tienda de Movistar se apiadó de mi alma y pude deshacerme de ese engendro electrónico de por vida.